Hoy, como comunidad, hemos levantado nuestros corazones en gratitud. Nos unimos en la eucaristía para agradecer a la Virgen Milagrosa por su amor maternal, su ejemplo de fe y su constante intercesión 

María, nuestra Madre y guía, nos enseña que la humildad y la entrega transforman nuestras vidas. A través de ella, encontramos inspiración para ser más generosos y compasivos, para caminar con más amor, fe y esperanza 

Que este triduo sea un momento de reflexión y encuentro personal con Dios, guiados siempre por la ternura de María 

