Hoy no hay deberes, solo un gracias, enorme.
Gracias a las familias, que caminaron con nosotros, sin pedir mapa.
Gracias a los niños, que guiaron nuestros pasos durante el curso.
Gracias por cada gesto, cada mirada cómplice, cada palabra que nos abrazó sin tocar.
Este curso no fue perfecto. Pero fue real.
Y eso es lo que nos hace volver con más ganas cada septiembre.

Nos vemos después del verano… donde siempre: en ese lugar llamado colegio que, cuando se hace con amor, se parece mucho a casa 
